Entre Flores y Desengaños

1254 Palabras
Capítulo 3 La mañana siguiente en la oficina fue como una brisa fresca de optimismo y anticipación. Mi escritorio estaba decorado con un vibrante ramo de flores y una taza de café perfectamente preparado. La sonrisa se esparció en mi rostro mientras suspiraba de emoción. Antoni no solo era un jefe, sino también un caballero atento que sabía cómo conquistar mi corazón profesional. Agradecí la atención con una nota de agradecimiento y me sumergí en mi trabajo, pero no podía evitar fantasear con la posibilidad de que nuestra relación fuera más allá de la oficina. Su encanto, su apariencia y la conexión que parecíamos tener me hicieron imaginar un romance que iba más allá de las reuniones de trabajo. Así pasaron algunos días, cada día tenía una flor, una nota o un café, el señor Meyer era muy atento conmigo. Ese día llamó a mi oficina. —Isabella, ¿Cómo te has sentido en tu nuevo empleo? —Escuche su voz a través del otro lado de la línea. —Muy bien señor Meyer, me gusta este trabajo, le agradezco mucho por la oportunidad, pero en verdad no es necesario las flores, me agrada este trabajo. —Para nada, quisiera saber si podrías aceptarme una invitación para salir a cenar esta noche. Abrí los ojos de la impresión, ¿Una cena de trabajo o una cena romántica? No me atrevía a preguntar. —Emm… Por supuesto. —Perfecto, entonces paso a tu departamento a las ocho. Sin embargo, la realidad era algo que aún no estaba dispuesta a aceptar. En el transcurso del día, mientras me dirigía a mi oficina después de una breve charla que tuve con una compañera del trabajo, vi a Antoni abrazando a una chica en el pasillo. Mi corazón dio un vuelco, y la ilusión de un posible romance se desvaneció como una flor marchita. Confundida y decepcionada, busqué respuestas. Fui a la secretaria, una joven risueña que parecía saber más de lo que estaba dispuesta a compartir. Con un susurro, me reveló la verdad sobre Antoni. —Ese es su modus operandi —dijo en voz baja—. Cada semana tiene una nueva conquista. Parece que disfruta coleccionar corazones rotos. La revelación me golpeó como un cubo de agua fría. Mi jefe, el encantador y apuesto Antoni Meyer, resultaba ser un mujeriego empedernido. Me quedé preguntándome si las flores y el café eran simplemente parte de su rutina, una táctica para mantener a sus empleadas intrigadas. El día avanzó con una mezcla de emociones. Me esforcé por concentrarme en mi trabajo, tratando de ignorar la verdad que flotaba en el aire. La oferta de Antoni. ya no parecía tan atractiva, y mi corazón, que había latido con anticipación ahora latía con la desilusión de una expectativa rota. Al finalizar el día, decidí escribir un mensaje, no pensaba aceptar esa invitación a cenar, no tenía ánimos para eso. "Gracias por la invitación, Sr. Meyer, pero no creo que sea apropiado salir con mi jefe. Prefiero mantener nuestra relación en el ámbito profesional", escribí con determinación. Envié el mensaje y aunque una parte de mí lamentaba el romance imaginario que se desvanecía, sabía que mi decisión era la correcta. Por su parte Antoni ni siquiera me envió una respuesta, ahora el guapo y apuesto Antoni, se había convertido en un arrogante y conquistador. La penumbra del anochecer se filtraba por las cortinas, tiñendo mi departamento con tonos melancólicos mientras cerraba la puerta detrás de mí. La fatiga de la decepción pesaba en mis hombros, y la imagen de Antoni, abrazando a otra mujer, me persiguió hasta mi refugio. Dejé que mi cuerpo se desplomara en el sofá, como si el peso de la desilusión pudiera desvanecerse entre sus cojines. La confusión y el dolor revolvían mi interior, y cerré los ojos para bloquear el recuerdo visual que me atormentaba. Busqué consuelo en la pantalla de mi teléfono, pero la realidad virtual solo sirvió para intensificar mi malestar. Deslizaba mi dedo sobre la pantalla, explorando las r************* en busca de distracción, solo para encontrarme con una fotografía que cortó mi respiración. Jared, mi ex, sonreía radiante junto a una mujer que no reconocía. Las risas y gestos afectuosos capturados en la imagen eran una puñalada directa en mi pecho. Sentí el peso de la traición y la rapidez con la que me había reemplazado, como si nuestra historia hubiera sido fácilmente olvidada. Cerré la aplicación con rapidez, como si el simple acto de apagar la pantalla pudiera alejar el dolor. La habitación quedó sumida en un silencio que solo era interrumpido por el murmullo distante de la ciudad. El teléfono seguía en mi mano, pero aparté la mirada de la pantalla. Mi reflejo en el cristal de la ventana mostraba una mezcla de tristeza y determinación. Sabía que era hora de dejar ir el pasado, aunque el presente me pesara como una carga insostenible. Un suspiro profundo escapó de mis labios, y decidí que necesitaba tiempo para sanar y redescubrirme. Cerré los ojos, buscando la fuerza interna para seguir adelante, mientras el silencio de mi departamento se llenaba con la promesa de no volver a caer en los encantos de ningún hombre, nunca más. … A la mañana siguiente en la oficina Antoni me esperaba en la oficina, su figura elegante se recortaba contra la luz tenue. Al entrar, sus ojos se encontraron con los míos y con una sonrisa, me invitó a su despacho. —Isabella, ¿Qué pasó con nuestra cena de ayer en la noche? —Preguntó, sus ojos buscando los míos con curiosidad. Una paleta de emociones cruzó mi rostro antes de que pudiera responder. Decidí enfrentar la situación con honestidad. —Antoni, he decidido cancelar la cena. No estoy cómoda saliendo con mis jefes después del trabajo. Prefiero mantener nuestra relación estrictamente profesional, centrada en el trabajo en la oficina —Expliqué, mi tono firme pero respetuoso. Antoni ensombreció su rostro, y pude percibir la decepción en sus ojos. Era evidente que mi decisión no era la respuesta que esperaba. —¿Por qué? —Preguntó, su voz revelando una mezcla de sorpresa y desilusión. —Es simplemente mi preferencia. Me gusta mantener una línea clara entre el trabajo y la vida personal. Además, valoro mi independencia y profesionalismo en el entorno laboral —Respondí, tratando de transmitir mi postura de manera clara. Hubo un silencio tenso antes de que Antoni rompiera el hielo. —Isabella, desde el primer instante en que te vi, me cautivaste. Quería invitarte a cenar para conocerte mejor, no solo como mi empleada, sino como alguien especial —Confesó, su mirada fija en la mía. Sentí un nudo en mi garganta ante sus palabras sinceras. Antoni era mi jefe, y está revelación complicaba aún más la situación. —Antoni, lo aprecio, pero somos colegas, y prefiero mantener nuestra relación en el ámbito profesional. Creo que es lo mejor para ambos —Dije con firmeza. Antoni asintió, su semblante reflejando resignación. —Solo quería hacerte un favor, Isabella. Pensé que compartir una cena sería una oportunidad para conocernos mejor fuera del entorno laboral. Pero entiendo tu posición —Comentó, sus ojos mostrando una mezcla de comprensión y pesar. No podía dejar que la atracción que sentía por él, nublara mi mente me gustaba, pero era un mujeriego, esos hombres nunca cambian y yo no pensaba ser su juego. Yo tenía mi dignidad y si las cosas se ponían turbias en este empleo necesitaba comenzar a buscar otras opciones para mí.
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