Por la mañana me despierto algo más temprano, es domingo y los rayos de sol se cuelan por la ventana. Me animo a ponerme unas zapatillas cómodas e ir andando hasta el trabajo. Hace un día agradable como para ir en unos de mis vaqueros y una camiseta de tela fina. Tengo que ponerme el GPS para memorizar las calles y las esquinas que debo tomar, lo reviso un par de veces y me hundo el teléfono en el bolsillo. Llego quince minutos antes y la estantería a medio montar sigue ahí tirada en el suelo, tengo que saltar las maderas y unos tornillos sueltos para sentarme en mi taburete e ir adelantando trabajo. Marco llega una hora después, hoy no hay nada de traje, viene relajado en unos vaqueros y una camiseta de manga corta. Parece mucho más joven. —Buenos días, Megan —me saluda—. Me pondré con e