— Necesito irme de aquí — Se bajó de la camilla — No voy a seguir aguantándote a ti cuando tengo a mi prometida esperando por mí — Ambos quedaron a la misma altura cuando se encontraban uno enfrente del otro. — Escúchame muy bien Sean Black. No voy a permitir que vuelvas a lastimar a alguien — Sus palabras comenzaron a retumbar en los oídos del empresario al sentirlas como amenaza — Y mucho menos a Jade. — No me hagas reír — Soltó una carcajada — No pienso tomar en serio tus amenazas tontas. Si se te olvido a quien le debes de servir créeme que te lo puedo recordar — Se encogió de hombros. — Yo ya no pienso ser tú maldito discípulo Sean. La verdad es que tú ya moriste para mí Black… — Alzó sus manos al aire — dejaste de ser el Sean que conozco. Esas malditas pastillas te ayudan a con