Septuaginta et novem

2995 Palabras

Sean fue el primero en bajarse de su auto con unas gafas de sol iluminando su rostro. Pensando que no iba a ser reconocido por las personas que se encontraban en el lugar, el empresario se apresuró a ayudarle a Jade a bajar abriéndole la puerta como todo un caballero. Cuando la mano de la bailarina se entrelazó con la del empresario, comenzaron a escuchar el ruido de flashes de cámaras a su alrededor. Jade lo miro nerviosa, mientras que Sean simplemente apretó sus labios ante la impotencia de querer gritarles que se fueran. - Vamos adentro para que nos dejen de molestar - Musitó solo para ellos - Ven. Jade solo se limitó a asentir mientras lo seguía hacia el establecimiento. Sin perder tiempo, Sean abrió la puerta para hacer pasar a su acompañante, y la cerró con seguro para que nadie en

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