CAPÍTULO 34 ROMINA —Señorita, las visitas han terminado —la voz de la maldita enfermera me espantó cuando estaba a punto de inyectarle diazepam para mandarlo al otro mundo. Volteo a verla con una amable sonrisa fingida. —Disculpa, acabo de llegar del extranjero, no sabía que las visitas ya había terminado —la miro fingiendo inocencia —. Iker y yo somos muy buenos amigos, y desde que me enteré de lo que le pasó tomé un vuelo para verlo —acaricio su mejilla —. Es terrible lo que le sucedió —me tapo mi cara fingiendo el llanto. —Es momento de retirarse, el paciente debe descansar —le esbozo una ligera sonrisa. Vuelvo a mirar a Iker con odio y rabia. *** —¡Maldita sea! —gruño enfurecida, aventando mi bolso al sillón frente a mí. Estoy que me lleva la fregada, esa insípida no pudo habe