Ancel miraba la pantalla del televisor no porque la película estuviera interesante, no, su mente se había quedado en otras partes, sus recuerdos y luego divagó en la conversación que había tenido con su padre la noche anterior cuando sintió esa sensación de que alguien de observaba, y en efecto, Jennell parecía estarlo detallando de manera confiada sin darse cuenta que él ya le observaba, y entonces, fue su turno, vio su blanco cuello, ya no era un pálido enfermo, sino un blanco crema, vio sus manos, ya no temblaban, eran estables y sus uñas tenían un rosa saludable, vio su nariz casi respingada y su cabello n***o con más vida que antes. Y no, no pudo evitar verle los labios, unos labios, el superior con un arco que le daba un toque provocativo y el inferior un poquito más carnoso que el s
