Alemania, Lunes, 1:47 a.m. Adler tenía frente a él, en una pantalla, toda la información que pudo conseguir, sobre los lugares que habituaba su objetivo. Oficina, restaurantes, su residencia... Y algo más, de nueve a media noche, a veces antes, tenía una rutina sin falta —que él pudo verificar en esos cinco día—, de salir fuera de la ciudad y en un lugar, que él, el mismísimo Adler, no había sido capaz de encontrar, con mapas, en prensa, en rastros de Internet, no había referencia alguna. Así que, descartando todo, y tomando las referencias que la novia de Ancel decía, era ese el lugar que buscaban. Tenía la dirección exacta, y ya que él mismo había analizado e investigado todo sobre sus otros sitios habituales, era mejor que fuera ese el sitio que buscaban para obtener evidencias. Ya