Rusia, cualquier ciudad. 04:34 p.m. En una sala de reunión, estaban al menos unos quince hombres con traje, debatiendo como podían hacer la diferencia del contrincante de campaña. Parecía que cuando Dimitry Kuznetsov daba un paso, su oponente, Sergey, también lo hacía y al tiempo. ¿Cómo? No lo sabían, para mal humor de Dimitry. Las elecciones serían en menos de dos semanas y verse en el estrado era una posibilidad de un cincuenta por ciento, mucho, y muy poco. Para más mal humor, los hombres que estaban en busca de Anastasia, no habían encontrado nada, ¿cómo era que esa niña malcriada se había esfumado al llegar a Alemania? Su hermano había sido listo. Muy listo al dejar todas sus ganancias compartidas a su hija, no había forma, de que él pudiera tocar un solo centavo sin ella. Aunq