El aire golpeaba con suavidad el rostro de Jennell, semejante a carisias sobre su piel algo bronceada. El aire era salado, y el sol estaba por ponerse, escondiéndose del ojo humano. Ella caminaba atesorando en sus recuerdos y disfrutando cada paso que daba sobre la arena, sintiendo la suavidad con la que hundía su pie en ella y la humedad de las olas que llegaban. Miró en dirección contraria al mar sintiendo una mirada y localizó a un rubio que la miraba desde el balcón de su hogar, llevaba unos pantalones sueltos y una camisa blanca de botones abierta, mostrando su abdomen tonificado, el collar que ella le había regalado colgaba de su pecho y la luz del sol hacía que brillara, parecía concentrado, no sabía desde cuando la estaba viendo, cuando había escapado de su cama él seguía dormido