El beso
Capítulo 1
Elena Gilbert apretó el puño con fuerza mientras esperaba el ascensor. Había sido uno de esos días en los que todo parecía salir mal desde el principio. Había llegado tarde a la oficina, justo cuando Christopher Collins había convocado una reunión de emergencia con el equipo de marketing. Por supuesto, eso significaba que había tenido que correr por toda la oficina, intentando desesperadamente recopilar los informes que necesitaba para la reunión.
Y ahora, después de una reunión que había terminado con Christopher regañando a todos por no estar preparados, ella tenía que quedarse tarde para arreglar el desastre que había causado su tardanza. Genial. Elena hizo todo lo que pudo, organizo y ordenó los documentos, suspiró cansada y miró que al fin todo volvía a estar bien. Salió de la sala de juntas hacía su oficina.
Finalmente, las puertas del ascensor se abrieron con un “ding” y Elena entró, sus tacones resonando en el suelo de mármol mientras se dirigía al piso ejecutivo. Justo cuando las puertas estaban a punto de cerrarse, una mano las detuvo.
Christopher Collins entró en el ascensor, con su típica expresión seria y traje impecable. Era alto y bien parecido, con el cabello oscuro peinado hacia atrás y unos ojos azules que podían hacer que cualquiera se sintiera incómodo bajo su mirada.
—Buenas tardes, Sr. Collins —saludó Elena, intentando sonar lo más profesional posible.
Christopher asintió levemente, sin mirarla directamente. —Gilbert.
El ascensor se movió hacia arriba en silencio, solo interrumpido por el zumbido suave de la música ambiental. Elena decidió que sería un buen momento para revisar su agenda para el día siguiente en su teléfono.
Justo cuando estaba a punto de revisar su correo electrónico, el ascensor se detuvo de repente, haciendo que ella perdiera el equilibrio por un momento. Instintivamente, se agarró al pasamanos mientras Christopher se tambaleaba hacia adelante.
—¿Estás bien? —preguntó él, mirándola con una ceja levantada.
—Sí, sí, estoy bien —respondió rápidamente, deseando que la tierra se la tragara. Por supuesto, tenía que parecer torpe frente a él también.
Christopher tocó el panel de control del ascensor, pero nada parecía estar funcionando. La luz roja de “fuera de servicio” se encendió, y Elena suspiró.
—Parece que estamos atrapados —dijo con resignación, más para sí misma que para él
Christopher se giró hacia ella con una expresión inexpresiva. —Parece que sí.
Ambos se quedaron allí de pie en silencio durante unos momentos incómodos. Elena se preguntaba si podía sobrevivir a estar encerrada en un espacio pequeño con Christopher Collins durante más de unos minutos.
Finalmente, como si la situación no pudiera empeorar, el ascensor dio un brusco movimiento, lanzándolos hacia adelante. Instintivamente, Elena perdió el equilibrio y cayó hacia adelante, directamente contra el pecho de Christopher.
En un acto reflejo, él la atrapó por los hombros, sus manos cálidas contra su piel. Sus ojos se encontraron, y por un momento, todo pareció detenerse. Elena podía sentir el ritmo acelerado de su corazón, y por la expresión en el rostro de Christopher, sabía que él podía sentir lo mismo.
Fue entonces cuando ocurrió.
Sin pensarlo, sin planearlo, sus labios se encontraron en un suave roce. Un beso accidental, impulsado por el caos de la situación y las emociones reprimidas que habían estado flotando entre ellos desde que se conocieron.
El corazón de Elena latía con fuerza mientras se separaban, ambos mirándose con incredulidad. ¿Qué acababa de pasar?
Christopher se aclaró la garganta y la soltó lentamente. —Lo siento, fue un accidente.
—Sí, claro, un accidente —murmuró Elena, sintiendo cómo sus mejillas se sonrojaban.
El ascensor finalmente reanudó su marcha hacia el piso ejecutivo, y ambos salieron rápidamente cuando las puertas se abrieron. Elena no podía dejar de preguntarse si las chispas que habían volado entre ellos finalmente se convertirían en algo más.
En efecto, Elena siempre estuvo enamorada de Christopher desde que lo conoció, pero sabía perfectamente que ella no era su tipo, que ella siempre sería una torpe y distraída secretaria y él un jefe serio, disciplinado y egocéntrico. Elena caminó hacia su escritorio suspirando, recreando en su mente lo que hubiera pasado si sus labios se hubieran cruzado, ¿cómo se sentiría tener los labios de Christopher Collins junto a los suyos? Elena sacudió su cabeza con brusquedad, no debería estar pensando esas cosas, ¡era su trabajo! Decidió ya no pensar más en él por el resto del día.
Sin embargo, sentado en su silla junto a su escritorio, mirando fijamente su reloj de mesa, eran las 6 de la tarde, Christopher Collins escuchaba como todos sus empleados se iban de las oficinas a sus casas, pero él quería quedarse un poco más. Siempre fue un hombre que de gustos finos con las mujeres, en los dos años desde que contrató a Elena Gilbert como su secretaria tuvo algún interés en ella, era una mujer distraída, algunos días llegaba tarde y eso le exasperaba, hasta el día de hoy en que estuvo apenas a unos milímetros de rozar sus labios con los suyos.
—Gilbert… Gilbert… —suspiró esbozando una sonrisa picaresca —¿Por qué nunca me di cuenta de que tus labios podrían ser tan besables?