Mi amigo destapa un champagne y me tapo la cabeza con temor de que el corcho me caiga en el ojo, pero termina chocando contra una lamparita y se rompe. —Ups —dice haciendo una mueca de culpa—. Te voy a comprar otra —agrega. —¿Cuándo? Si ya te vas —expreso haciendo puchero mientras sirve la bebida en un vaso—. Te dije que no me ibas a aguantar más de tres días. —No es eso, amor, ya sabés que vuelvo por Milo. —Sí, lo sé. —Esbozo una sonrisa y suspiro tirándome en el sillón. Todavía no le dije que acepté la propuesta de Abel sobre pasar una noche con él porque sé que me va a decir que fue un error y no estoy dispuesta a aceptarlo. —¿Qué hiciste? —interroga mirándome con los ojos entrecerrados, sentándose a mi lado. Bufo, a veces es contraproducente que me conozca tanto. Me encojo de homb

