La noche duró menos que un pestañeo. Eduardo durmió un poco y se fue en cuanto vio los primeros rayos del sol. Yo lo acompañé hasta la puerta y luego me volví a acostar, pero creo que no descansé nada de nada. No recargué energía y tengo más sueño ahora que cuando me acosté. Bufo mientras me preparo una taza de café y como un pedazo de pan. Siento que la pobreza me está respirando en la nuca. Suspiro y me siento a desayunar mientras reviso mis notificaciones. Tengo poca vida social, no tengo nada nuevo, pero me quedo leyendo el mensaje de Abel y su invitación al hotel. Me citó dos días antes de su boda y mi amigo no paraba de hacerme burla y fastidiarme diciendo que le tenía que hacer una despedida de soltero. Sacudo la cabeza, no voy a acostarme con él. Me lo repito mil veces para auto

