Lo que sea que se le haya pasado por la mente a Camilo para hablarme así, lo que sea… amistad o… en fin, lo que sea que haya pensado me hizo darme cuenta de que estaba siendo injusta con mis seres queridos, y conmigo misma, así que ni bien me dieron el alta, junté coraje y le pedí disculpas a mi hermano y a mis padres. Rocío – Yo… perdón… (Bajando la cabeza al entrar a casa y ver a mi hermano y mi cuñada frente a mi). Mateo – ¡¡Ya pasó, hermanita!! (Corriendo a abrazarme). Te amo, ¡¡con tus locuras y tus cosas!! (Sonriendo y ayudándome a acomodarme en el sillón, mientras apoyaba mi pierna en una mesa baja). Mi padre volvió al trabajo y nosotros nos quedamos hablando, al tiempo que mi madre comenzaba su labor diaria, tratando de recuperar las horas de costura perdidas por mi ac