Camilo Estuve jugando con Diez y pensando en todo lo que había pasado, hasta que se me hizo la hora de ir a entrenar. Cuando llegué al campo, Mateo ya estaba ahí, sentado en una de las gradas, charlando con un compañero del equipo juvenil. Camilo – Querubín, ¿puedes venir? Me miró, tratando de que el sol no le molestara y bajó prácticamente corriendo. Mateo – ¡¡Te dije que no me llames así!! (Chocando puños). Camilo – ¡¡Pero si es tu apodo!! (Riendo) Mateo – Jajajaja sí, bueno… ¡¡pero es como incómodo!! (Sonrojado) Camilo – Jajajaja… ¿vamos a la piscina a charlar antes que vengan los demás? Mateo – Vale. Camilo – (mirando a la grada) ¡¡Te lo robo un ratito!! (Me hizo una seña de aprobación y respondí levantando el dedo). Allá fuimos y nos metimos