Mateo Laura – ¿Puedes parar ya? Amor… (Mientras esperábamos en la puerta de su casa). Mateo – Es que estoy intrigado de saber qué pasó anoche… (Sin levantar la vista, hasta que mi suegro apareció). Suegro – ¿Los llevo? Laura – Oh... no papá… ¡¡ya vienen por nosotros!! Mateo – ¡¡Gracias!! Pero tú, amor, si llegas tarde a la Universidad… Laura – ¡¡Claro que no!! Yo también quiero saber (me susurró y sonreímos cómplices). Suegro – Vale, decía porque La Ciudad Deportiva me queda de camino… y la Universidad también… Mateo – Es que entreno a las cinco recién. ¡¡Pero gracias!! Nos despedimos y él se fue a su empresa. Era un hombre maravilloso, me tenía mucho aprecio y valoraba mi esfuerzo por mejorar día a día y porque veía lo mucho que quiero a su hija.