Rocío
Tras varios días esperando que se sucediera la llamada de que había vuelo a Turín, pues todos los aviones estaban repletos, corrí al aeropuerto sin importarme el entrenamiento, las clases, la tienda, ni nada de lo que mi tediosa rutina me deparaba para esos días.
Estaba dispuesta, esta vez, a dejar todo por él.
No tenía idea de donde vivía así que llamé a Javier, de camino, y le convencí de que me diera su dirección. Se negó al principio, pero luego comprendió que era importante para mí.
Golpeé aquella puerta con una gran sonrisa en mi rostro y millones de mariposas revoloteando en mi estómago, hasta que su cara de pocos amigos me vio parada frente a él, en una reacción suya, que no me esperaba…
Camilo – ¿¿Tu?? ¿Qué haces aquí? (visiblemente enojado)
Rocío – Yo… vine a buscarte
