Vuelvo a dormir con Nick y por la mañana por fin me atrevo a ir a casa. Cuando atravieso la puerta todo se queda en un extraño silencio y al pasar por el marco de la cocina Jenn se levanta de la silla y sube pisando fuerte las escaleras. —Cariño, ¿podemos hablar? —me pregunta mi madre y estoy tentada a decirle que no. —Claro, dispara. Me adentro en la cocina y me quedo de pie al otro lado de la encimera. —Quiero empezar pidiéndote perdón por lo que pasó el otro día. —Está bien, mamá, está olvidado. De todas formas la culpa la tiene Jenn. —Y que sepas que nos alegramos mucho de que estés con Nick —dice y mi padre tose—. Lo estamos. —Yo pensaba que se odiaban —dice mi padre—. Pero si a tí te gusta... —Lo hace, me gusta mucho. —Vale. El balcón lo quiero siempre cerrado. Ahora mismo

