Asher estaba en su escritorio, ya todos se habían ido, era muy noche y su cubículo era el único que tenía luz, miró el reloj y se dejó caer en el respaldo de su silla.
“—Voy a casarme.” Las palabras de Bastián no dejaban de golpear su cabeza como un fuerte martillo qué lastimaba y lo hacía sentir asqueado.
Asher no supo que responder cuando él dijo eso, así que solo escuchó la explicación que Bastián le dio.
Bastián dijo que no la amaba a ella y que jamás podría siquiera tocarla, que no quería casarse, pero que enfrentar a su familia no iba a ser fácil, todo estaba en juego para él.
Su reputación, su trabajo, él trabajo de su padre, la salud de su madre, sería el blanco de chismes, de rumores falsos, de burlas, ¿Qué pasaría si por su culpa su madre se ponía mal?, ¿Cómo vería a su padre a los ojos?, ¿Cómo iba a explicarles?, para un hombre tan arraigado a sus valores y principios como era su padre iba a ser muy difícil de entender y de aceptar, era seguro que sus padres se avergonzarían de su propio hijo.
Y eso era lo más difícil de todo, ver como las personas que más amabas te veían como si tuvieras una infección mortal y contagiosa.
Bastián dijo que Asher le gustaba mucho, pero que no podía simplemente negarse a cumplir la última voluntad de sus padres.
Asher se sobó la cabeza, no podía exigirle a Bastián qué dejara todo por él, sería muy cruel de su parte, y también era cruel permanecer en las sombras, pero no era culpa de Bastián, pues él también sentía miedo de decirle a su hermana, y eso que ella era cariñosa y comprensiva, entendía él sentir de Bastián y eso lo ponía peor.
Apretó los puños y casi enterró sus uñas en su carne tratando de apaciguar él dolor en su pecho.
Por poco deja escapar algunas lágrimas, pero Elías salió de su oficina y eso hizo que Asher se tragara su dolor.
—¿Aún estas aquí?—Preguntó Elías un poco sorprendido de verlo, miro su reloj, ya era muy tarde por lo que se sorprendió mucho.
—Lo siento, ya me iba— dijo Asher poniéndose de pie ocultando su rostro.
Elías lo miró detenidamente y resopló. —Te espero, te llevo a tu casa.
—No es necesario, gracias.
—¿Acaso no te agrado?.
Asher miró a Elías y se puso su saco. —No es eso señor, no tiene que ser amable conmigo.
—¿Por qué no?, me gusta ser amable con tipos como tú.
—¿Cómo yo?.
—Indefensos, no lo tomes a mal, ya es muy tarde.
—Vivo cerca.
—Mejor aún.
—No es correcto.
—¿Por qué?, tienes miedo de enamorarte de mi.
—El amor no existe entre hombres— dijo Asher un poco dolido.
Elías sonrió y lo miró ponerse su abrigo, Asher era muy guapo sin duda, y el modo en que hablaba, solo eran las palabras de un hombre lastimado. —¿Eso crees?, no se con que clase de hombres te juntas, pero créeme, el amor llega en donde menos lo esperas, sabes que creo, que te fijas en los tipos incorrectos, así que nunca digas nunca, ahora ven, te invito un trago.
Asher miró a Elías alejarse y se apresuró a seguirlo. —No puedo, mañana hay que trabajar— dijo mientras le seguía el paso.
—Dije solo un trago, no una botella completa, vamos, vive un poco.
Asher recordó a Víctor, quien siempre lo impulsaba a hacer cosas diferentes, como besarse en público, fue en un club, pero se sintió bien, no tener que buscar un lugar oscuro donde poder demostrarse el afecto qué se tenían.
Dejó de pensar tanto y siguió a Elías hasta un pequeño bar a una cuadra de Koro, se sentaron en la barra y Elías pidió un Whisky en las rocas, mientras que Asher solo pidió un vodka con jugo.
—¿Y dime?, ¿Qué es lo que dice la gente de mi?—Preguntó Elías mientras lo miraba.
—No dicen nada.
—No seas ridículo, solo dilo, ya estoy acostumbrado, solo quiero saber.
Asher dudó. —Dicen que me escogió porque le gusté, que solo quiere tener una aventura conmigo y que eso me pone en una situación difícil porque no puedo negarme a nada en mis circunstancias.
Elías sonrió y bebió un poco de licor, sacó una cajetilla de cigarros y le ofreció uno a Asher, pero él no quiso, así que Elías encendió el suyo.
—¿Y tú crees que es verdad?, ¿Crees que quiero aprovecharme de ti?.
Asher lo miró y se sintió un poco confundido. —No lo sé.
—Si te dijera justo ahora que quiero tener se*xo contigo, ¿Qué dirías?.
Asher se ruborizó y negó. —No puedo— dijo tensándose por completo. —Me gusta alguien más.
—¿Bastián?.
Asher abrió los ojos y luego desvío la mirada sintiéndose un tonto.
—Ese cabron, siempre está a un paso delante de todos, no me sorprende— dijo Elías para si mismo, posó su vista en Asher y pudo ver que él pobre parecía que en cualquier momento iba a llorar. —Oye, solo estaba jugando, no quiero nada sentimental contigo, en verdad creo que eres bueno en tu trabajo, por eso te escogí, además, tengo novio y no me gusta ser infiel, no me acostaría contigo aunque lo suplicaras—Mintió Elías como si nada, metió el cigarro en su boca y sonrió.
Asher asintió. —Me alegro por usted, por estar enamorado y ser correspondido.
—El amor es amor, no vuelvas a decir esa tontería de qué él amor entre hombres no existe, quien diga eso, que se joda.
Asher bebió todo su trago y asintió. —Lo siento, solo estoy algo enojado, así que digo cualquier tontería.
Elías bebió todo su trago y apagó su cigarro. —Soluciones ni*ño, busca soluciones.
—Si señor.
—Ahora vamos, dime donde vives.
Elías llevó a Asher a su dirección y se despidió de un modo muy formal, Asher llegó a su departamento y miró a Laurent viendo televisión en la sala, durante el trabajo no se veían mucho y en las noches cada quien estaba en sus cosas, aún así cuando tenían tiempo se relajaba todos juntos viendo televisión y hablando de cualquier cosa.
—Hola, ¿Acabas de salir del trabajo?—Preguntó Laurent mientras lo veía.
—Si, algo así, me iré a dormir.
—Oye Asher, ¿Estas comiendo bien?.
—Si.
—En serio me preocupas, aliméntate bien o te enfermarás—Dijo Laurent al ver a Asher tan decaído.
—Está bien, eso haré— dijo Asher para después irse a su habitación, tomó un baño y se metió en la cama, tenía varias llamadas de Bastián y algunos mensajes pero no se animó a leerlos, por esta noche, él solo quería dormir.
Y a la mañana siguiente…
Bastián miraba su teléfono mientras que su chofer lo llevaba al trabajo, se sentía muy mal por la situación en la que estaba.
Había intentado llamar a Asher durante la noche y le marcó un par de veces más durante el día, necesitaba hablar con él.
Disculparse de nuevo y pedirle algo de…, tiempo.
Llegó al edificio y apenas bajó de su auto, su asistente lo saludó y empezó a darle los pendientes de esa mañana.
—Tenemos una conferencia de prensa a las nueve, ya iniciamos con las sesiones de fotos para la revista de deportes, la editorial quiere tomarle algunas fotos a usted con algunos jugadores.
—Que usen algunas fotos de las que ya se tomaron.
—Si, se los dije, pero dijeron qué ya usaron todas, así que se programó la sesión a las dos…
Bastián continuaba su camino mientras que su asistente casi corría detrás de él, Bastián era un hombre alto y de piernas largas, y siempre andaba con prisa, excepto cuando estaba con Asher, su andar se volvía lento pues era al único al que le gustaba esperar.
—Algunos de los ejecutivos quieren darle un pequeño homenaje a su padre y algunos regalos ya qué se ha retirado, así que la cena es a las ocho, llamé a su madre y dijo que usted iría acompañado.
—¿Por qué no me lo dijeron antes?.
—Si se lo dije señor.
Bastián miró a su asistente y este tragó saliva.
—¿Quién se supone que va conmigo?.
—Su madre me dijo qué la señorita Ruri Becker.
Bastián bufó y subió al elevador. —Muy bien, consigue su número y llámala, dile que el chofer pasará por ella a las ocho, cómprale un vino a mi padre, que sea de buena calidad.
—Si señor.
—¿Conoces a Asher Arum?.
El asistente parpadeo y asintió.
—Que venga a mi oficina, arrástralo si es necesario, pero lo quiero ver ya— dijo Bastián.
El asistente asintió y bajó en el piso de diseño. “No me están pagando lo suficiente”, pensó el pobre.
Estaba muy ocupado, pero órdenes eran órdenes, fue a buscar a Asher, pero nadie lo había visto llegar, miró al supervisor llegar y lo interceptó.
—Asher Arum, ¿Dónde está?.
—Hoy no va a venir.
—¿Qué?, ¿Por qué?.
—Esta enfermo.
El asistente resopló, había perdido su tiempo buscándolo, ¿Para que lo quería el jefe de cualquier modo?.
Miró la hora y pegó un salto, se apresuró a ir al elevador y definitivamente pensó que no le pagaban lo suficiente.