Enderecé mi espalda y Aly también lo hizo, antes de sonreír ampliamente al estilo gato risón, preparados ya para soltar la bomba. —¡Vamos a…! —exclamé y Aly tapó mi boca, mirándome con un ligero reproche—. ¿Qué ocurre? —¡Los dos al mismo tiempo! —exclamó, poniendo los ojos en blanco—. Es el chiste de hacer este tipo de anuncios. —Aly… —bufé y ella golpeó mi brazo. —¡No! —se enfurruñó y no me quedó de otra que resignarme—. ¡Se hace así y ya! —Está bien, está bien —concedí y de inmediato me miró con una sonrisa—. Niña caprichosa… —susurré por lo bajo, pero parecía tener oídos biónicos. —¡Alan! —esta vez golpeó el piso con el pie. —Lo siento, cariño —reí, divertido con sus cambios de humor. —¿Chicos? —un muy confuso Neil y una perpleja Marion nos miraban del otro lado de la pantalla
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