No pude evitar sentir miedo. ¿Por qué estaba en Nueva York? Alan no lo sabía o de seguro me lo habría dicho. ¿Estaría allí para más insultos o para hacerme daño? Sostuve mi vientre de manera instintiva, gesto que no pasó desapercibido por el hombre. Sonrió esta vez de manera cálida y me sentí un poco más tranquila a pesar de todo. ¿Y si solo estaba allí para arreglar las cosas? —Pase, por favor… —me aparté de la puerta para dejarlo entrar. No había duda de que su porte era muy elegante… o más bien, estirado—. Alan no está… Volteó a verme y en su mirada vi incomodidad y algo de culpa, a pesar de que sus facciones permanecían rígidas. Creo que podía ver algunas de sus expresiones en Alan y eso me irritó un poco. Por su causa, mi novio y padre de mis hijos se había sentido desprecia

