Justo ahora, me daba igual las miradas inquisitivas que me daban Evan y Leilah. Seguramente me dirían que había cambiado mucho y que nunca me habían visto hacer eso con alguna chica, pero me importaba un cacahuate, Alanys me miraba con lágrimas en los ojos y estando muy angustiado, me acerqué a ella con la necesidad de saber el por qué de esa reacción. —Cariño, ¿qué te ocurre? —acaricié su mejilla, ignorando el sonido ahogado a mis espaldas. Escuché un “la llamó cariño” y en respuesta, un “estoy tan perplejo como tú” pero obviamente no les presté atención. —Lo siento por arruinar la salida —sorbió por la nariz, pareciendo una niña pequeña y la envolví entre mis brazos, sintiendo su calidez llenarme el alma. —No te preocupes, amor —la estreché con suavidad, olvidando todo a nuestro a

