Elio La saliva nunca me supo tan metálica como hoy, estuve en un par de peleas a lo largo de mi vida, pero en ninguna me dejé golpear en silencio y menos a este nivel. Si tuviera el poder para detenerlo por mi cuenta, lo haría, pero eso implicaría consecuencias mayores que no deseo provocar, así que no tengo más remedio que esperar a que ese hijo de perra consiga su placer con cada golpe. —Te advertí que no te metieras en mi camino. —¿Y-Yo? —gruñí intentando levantarme. Gotas de sangre y sudor pintaban el suelo y un hilo de saliva carmesí se desprendió al recuperar el aliento—. Tú fuiste quien nos buscó, te quisiste aprovechar de Josh para hacerlo tu chivo expiatorio y al ver que él a pesar de lo que pasaba prefirió defender a Monteiro que irse contigo, decidiste escogerme como títere p