Sobre las cuatro de la mañana me despierto con un calor horrible y el cuerpo sudado de Dustin pegado a mi espalda. No se ha puesto una camiseta en todo el día, ni cuando antes de irnos a dormir ha empezado una tormenta y el frío ha llegado al apartamento.
Me giro entre sus brazos, está sudando y algunos pelos se le pegan a la frente. Tiene fiebre. Y si estaba sintiendo frío es porque nos ha destapado. La sábana cae por fuera de la cama hasta el suelo y sólo le tapa los pies a él. Dustin no es ese novio que te agarra con fuerza por las noches y no te quiere soltar, pero ahora no me puedo sentar en el colchón. Sus brazos hacen fuerza alrededor de mi cuerpo y por mucho que lo intento no puedo moverme mucho.
—Dustin —lo muevo por el hombro y gruñe algo.
No dejo de moverlo hasta que me su
