—No me cae bien, pero tú sí así que me alegro por tu felicidad —dice Cassandra, y me saca una risita. —Pensaba que habíais solucionado vuestros problemas. Se lleva el vaso de corcho a los labios y arruga la nariz, cuando lo hace las gafas se le recolocan. Tenemos veinte minutos antes de entrar a nuestro último examen y Allie nos ha traído cafés de la máquina expendedora de su facultad. Estamos apoyadas en los ladrillos del edificio junto a las escaleras de entrada, llevo mi archivador con los apuntes apoyado en el pecho y la verdad es que me hacía falta un buen café. Es el segundo de mi mañana. Los necesito después de no poder casi dormir después de escuchar a mis padres. —Y lo hicimos, pero simplemente Dustin y yo no encajamos. Somos como las esquinas de un puzle, y las esquinas nunca