Si hubiera sabido lo que me iba a pasar ese día, nunca me hubiera levantado de la cama. Evan había estado el jueves por la tarde en casa. A pesar de todo seguíamos siendo amigos y mamá lo adoraba como a un hijo. ¿Cómo no hacerlo después de tantas cosas? Estuvo cenando con nosotras dos, y sobre las once se machó a casa no sin antes pasarse por mi habitación. Antes, cuando salíamos, Evan ya sabía que mi habitación daba a la de Dustin, por eso cuando me contaba cosas yo siempre miraba en esa dirección. Anoche no lo hice ni una vez. —¿Problemas? —me preguntó. Yo agité la cabeza y le quité importancia, pero me importaba mucho. Dustin era todo lo que sabía del amor verdadero y algo nos estaba pasando. —No es nada, cosas de pareja, supongo. —¿Supones? —Evan se sentó en el borde de mi c