Hago un asentimiento con mi cabeza, mientras empujo levemente a Jacques, para que siga caminando hasta la mesa a la que nos lleva la mesera, sin embargo, siento las miradas de Amelie y sus acompañantes, en mi espalda. Llegamos hasta una pequeña mesa, solo para dos personas y frunzo mi ceño, pues odio las mesas así de pequeñas y no me importa que solo seamos nosotros dos, pero siento que el espacio es demasiado reducido, lo que lo hace muy incómodo. —¿No hay una mesa más amplia? —le pregunto a la chica, quien niega un poco incómoda. —Lo siento, señor… Como se puede dar cuenta, el lugar está lleno y como me dijeron que eran ustedes dos, los traje para acá. Si desean una mesa más grande, tocaría volver a la entrada y aguardar en la fila hasta que desocupen alguna —me explica y bufo. —