Despierto cuando suena mi teléfono, es mi padre. —Hola papá —contesto somnolienta. —Lale mi amor, dijiste que tendrías apagado tu teléfono —me recrimina. —¿Y por qué me marcaste entonces? —pregunto. —Donnan me comentó que iban a ir a la ciudad y quería desearte buen viaje. —Sí, nos vamos a las 6. —Lale, si las cuentas no me fallan, faltan 20 minutos para que se vayan. Miro el reloj y pego un salto. Escucho a mi papá carcajearse. —Cuidado con tu herida ¿cómo estás con eso? —Mejor papá, fue algo sencillo ya no me duele. —Lo sé, me lo dijo Donnan. —¿Y qué, ahora Donnan y tú son muy amigos? —lo interrogo. —Me cae bien el chico, estaba muy preocupado por ti. —Es que no lo conoces en persona, es un malhumorado. —Y si es tan malhumorado ¿por qué te la pasas con él? —indaga. —No me