Caminamos hasta llegar a la camioneta y Donnan pone las hojas en la guantera de la camioneta. —¿No te duele la herida? —me pregunta después de un rato. —No, no me duele, pero siento un poco de incomodidad. —Alquilé un hotel por unas cuantas noches, pero si quieres que volvamos antes, me avisas. —Bien, ya veremos qué tal te comportas. —No prometo nada —comenta sonriendo. —¿Lo dices por algo en especial? —indago al ver su cara sospechosa. —No, pero nunca se sabe. Nos detenemos en varias ocasiones para tomar más fotografías, creo que mi exposición tendrá que ser en un lugar mucho más grande de donde suelen ser, porque tengo demasiadas fotografías hermosas que realmente vale la pena exponer. Al llegar a Edimburgo vamos directamente al castillo en el que tiene que trabajar Donnan. Es u