La emperatriz le dio la bienvenida a la feliz pareja y observó la forma en que Jonás bajaba del carruaje, extendía su mano para ayudar a Silvana, le daba un beso y ponía la mano sobre su hombro para acompañarla, mientras que ella sonreía de forma nerviosa. Evelyn se adelantó – cuñada – y le dio un abrazo a Silvana – te extrañé tanto, el palacio es aburrido sin ti – hizo un puchero – tienes que escucharme tocar el arpa, avancé mucho en estas dos semanas. – Es una magnifica idea – mintió Silvana – pero, primero almorzaremos con la su majestad. Evelyn fingió estar afligida y soltó el brazo de Silvana, la interacción acabó, por suerte para ambas. Jonás esperó por ella y se inclinó para susurrarle – tú y mi hermana son parecidas. – No vuelvas a decir eso. El almuerzo estaba listo, represe