El ambiente afuera del palacio seguía tenso, la tarde pasada la emperatriz y el príncipe heredero recalcaron su posición delante de las familias nobles para dejar en claro que lo dicho por el periódico, “el alfil”, era mentira, más tarde se colocaron varios letreros desmintiendo las publicaciones y lentamente las personas afuera del palacio comenzaron a irse, aunque muchas seguían esperando una explicación. Silvana se recargó junto a la ventana pensando en el grupo del duque Aldrich que asaltaba el depósito en el sur y qué cara pondría la emperatriz al descubrirlo. Sin duda eligió a la persona correcta, la información que ella recopiló de un par de cartas era muy frágil, números y códigos que solo cobraron sentido después de ver las listas de la muralla, jamás descubrió los embarques de