Ese largo día Silvana lo comenzó con la ceremonia de nombramiento de Denis, su escolta finalmente era un caballero, una noticia que la hacía feliz, pero, poco después, descubrió que el duque Aldrich dejó a cargo de su mansión a una mujer desconocida y después de eso, optó por practicar el violín. Su forma favorita de descargar emociones, entre más aumentaba el ritmo, más fácil era olvidar la mañana que tuvo, o que pronto comenzaría la fiesta que preparó. Y mientras ella se perdía en sus pensamientos, la emperatriz miró la nota que sería publicada al día siguiente, una carta escrita para ella. “Mi querida emperatriz, le di dos días para encontrar la fuente de las publicaciones, ¿tuvo éxito?” “Espero que haya sido así y no esté leyendo esta carta junto a miles de ciudadanos, eso anularía