Dentro de la iglesia Evelyn lloraban tan desconsoladoramente que muchas personas fueron a expresar sus condolencias y su pena por la pérdida. Alanís ya no lloraba, lo que sentía era rabia – es el funeral de mi hermano, no es un maldito banquete para que todos la miren, es el funeral del idiota de mi hermano – habló mientras se levantaba con la vista puesta sobre un objetivo. Sofía se apartó un poco y Silvana atrapó su mano – no lo hagas. – La soporté por años en casa de mis padres, no voy a tolerarla ni un segundo más. – Sí haces esto – insistió Silvana – todos los periódicos el día de mañana contarán que Alanís Ramses golpeó a la inocente y delicada princesa Evelyn, nadie hablará del funeral, le darás exactamente lo que ella quiere. Alanís lo imaginó y apretó las manos en puños porqu