– Disculpe – gimió Silvana. Gideon bajó la mirada hacia el punto en que ella recargó su abanico, tal y como habla planeado antes de descubrir que el hombre a su espalda era el duque Aldrich y desesperada, tomó la copa que estaba en su mano y la bebió de prisa, demasiado para alguien que usaba una máscara, el líquido se metió por su barbilla y bajó la copa para toser. A su lado, Gideon sacó un pañuelo y apartó las manos de Silvana para ayudarla a limpiarse – ese era mi trago, señorita, le aconsejo que elija las bebidas claras, es un lugar peligroso para consumir alcohol. Silvana tragó saliva, el toque sobre sus labios y su cuello fue muy delicado e íntimo, ese era un acto que no coincidía con la imagen fría del duque Aldrich que tenía en su mente y la razón la golpeó de pronto. Él no la