La costura era tratada como un arte por las damas, aunque los hombres le restaban importancia a la actividad, era sabido que no cualquiera, era capaz de producir textiles de calidad y bordados dignos de ser expuestos en un baile.
Silvana apenas y sabía bordar, en el monasterio el violín, la historia y la geografía fueron más importantes para su educación, pero sabía de moda y esperó a su nueva costurera con mucha expectación.
Sir Ronald entró a la habitación seguido de una mujer muy alta, robusta y con el cabello suelto – sir Ronald, puede retirarse – dijo Silvana.
El caballero dudó al mirar a la mujer con el ceño fruncido, pero obedeció a Silvana y se retiró de la habitación.
– Puedes sentarte – indicó Silvana señalando el sillón que tenía enfrente – ¿cuál es tu nombre?
– Blanca Fuen
