Silvana sintió el dolor en su mejilla y se frotó – te lo dije antes, tengo una piel sensible.
Marcia rodó los ojos y empujó las piernas de Silvana para sentarse en el sillón – usted tuvo razón, él no quiere irse conmigo, ¿por qué?
Silvana miró hacia la puerta – baja la voz – le pidió – tu amigo no quiere irse porque es inteligente, la situación actualmente es estable y el emperador solo ha avanzado dos casillas, falta mucho para llegar al castillo de Kalan, cualquier cosa puede suceder.
– No llegará – anunció Marcia y cruzó los brazos.
– Aprecio tu optimismo, pero tratándose de la guerra ni tú ni yo tenemos la última palabra y la persona a cargo es muy poderosa – habló de la emperatriz – lo pondré de esta manera, ¿por qué crees que la madre del emperador se hace llamar ¡santa!, y no, ¡
