– Todos afuera, excepto sir Ronald y sir Lagos – ordenó Jonás y observó a Flora quejándose por ser dejada de lado. Silvana permaneció cerca del sillón, observando la extraña escena – este es mi salón privado, explícame por qué tengo que irme. – No lo harás, te quedarás conmigo – respondió Jonás y tomó la mano de Silvana para mantenerla a su lado, después miró a sus caballeros – búsquenlo. Lo que pasó a continuación fue una pequeña pesadilla para Silvana, su cuarto especial, el que decoró como proyecto de bodas porque su esposo estaba demasiado ocupado durmiendo con otra mujer fue destruido, las mesas, sillones, cortinas y adornos que con tanto cuidado escogió, el cuadro con un grupo de mujeres reunidas en rededor de una antigua reina, objetos que apreciaba – detén esto – suplicó con lág