Los azulejos de la ciudad de cristal se desprendían del suelo y volaban entre los pasillos tropezando con las hojas que se dirigían a los libros, Escribana siguió a uno de ellos y descubrió que Runa movía uno de sus muebles, decidió no molestarla y continúo su camino, la diosa inventora no tenía propósito dentro de Verium y era la diosa más ocupada, Escribana regresó por el pasillo y se apresuró a la gran habitación de paredes doradas. – Tenemos un problema – entró diciendo – Dilien está en guerra con el paraíso. Tiempo abrió los ojos. – Es más grave que eso – agregó Destino al entrar en la habitación, el dios de cabello rubio tenía un parche sobre el ojo derecho y al chasquear los dedos, varios espejos se alinearon en rededor de la habitación para mostrar la realidad que atormentaba a

