Estaba bien, eso decía ella, pero habría que ser muy tonto para creer eso. Ella no estaba bien, y tal vez no lo estaría en mucho tiempo.
Aquel suceso le empeoró el día, un chico la había tocado, para muchos parecía normal pero para ella fue recordarle que no estaba segura, que en cualquier momento alguien podía lastimarla.
—Vamos a comer —dijo Thomás en la puerta de su salón. Había venido por ellas como de costumbre en cada receso.
—No tengo hambre pero, los acompaño —contestó ella saliendo del salón.
Fueron a la cafetería, ella los acompañó pero no probó nada, ni siquiera aceptó un vaso de jugo. Sus amigos estaban preocupados, no era la primera vez que ella no comía, y eso los tenía inquietos.
Laura pasó las horas de clases observándola, no podía quitarle los ojos de encima. Su
