Gerard Escuché a lo lejos un fuerte estruendo que me despertó, aunque tardé en moverme por el dolor tan grande que sentía, es como si un caballo me hubiera pateado varias veces en todo el cuerpo, pero cuando al fin pude hacerlo, vi que todavía estaba en la habitación de Bael. Siento la sábana debajo de mí y al girar la mirada, encuentro a mi hermana bañada en sangre igual que yo, comencé a hiperventilar al ver las heridas en nuestros cuerpos y los recuerdos llegaron de golpe, dando un grito ahogado seguido de algunas arcadas. —Te sugiero que no vomites aquí o te obligaré a repetir la sesión —hubo tanta crueldad y fascinación en su voz que las ganas de asesinarlo fueron monumentales. —¿Cómo tienes el alma para obligarnos a hacer algo tan ruin? —pregunté con dificultad, pero él solo reía