36. BREMEN

1652 Palabras
Ares Me alegré bastante cuando recibí el mensaje de mi Kätzchen diciendo que vendría a Alemania, hacía más de un año que no la veía y tener la oportunidad de conocer ahora a su protegido era fascinante, llevo mucho tiempo escuchándola hablar de Massimo, pero lo que más me emocionaba en nuestras conversaciones era oírla tan feliz, siempre se aseguró de que este mundo no llegara a la vida de Max y le costó en ocasiones ocultar heridas, secretos y demás con tal de que él estuviera a salvo de todo peligro. Sin embargo, verla tomada de la mano de él me hace sumamente feliz, pues se refleja la felicidad en sus ojos y más porque él es todo lo que ha dicho, un hombre centrado, inteligente, divertido, protector y con un carisma que te hace sentir bien, más allá del hecho de ser un excelente amante. Es por todo esto que no dudé en ayudarla cuando me llamó en Bonn pidiéndome ayuda, aunque de igual forma tampoco se la negaría nunca, ella es una persona muy especial para mí y la quiero como una hermana, razón suficiente para brindarle todo lo que necesite, además, ahora que estábamos aquí quería disfrutar de la compañía de ambos, a ella para tenerla de nuevo a mi lado y a él para conocerlo y descubrir por mí mismo todo lo que ella me ha contado a lo largo de estos años. Mi Kätzchen había dicho que él era arquitecto, así que había escogido el Marktplatz para recorrerlo en primera instancia, lo que le permitiría disfrutar más de la ciudad, la exquisita arquitectura que se presenta en cada rincón la cual lleva una historia detrás y el semblante que ponía acompañado de las explicaciones que nos daba; generaba un mejor ambiente, lo más increíble es que al relatarnos estos temas no lo hacía de forma jocosa, todo lo contrario, te contagiaba de su alegría y motivaba a seguir escuchándolo. Uno de los lugares que él más había disfrutado fue cuando llegamos a la Casa del comercio, un edificio del siglo XVI que representa el estilo arquitectónico renacentista de Flandes y que fue reconstruido después de la segunda guerra mundial siendo actualmente la Cámara de comercio. Otro punto de interés para fue la Calle Böttcherstrasse la cual enlaza la Marktplatz con el río Weser, reconstruida en los años veinte por iniciativa del comerciante de café Ludwig Roselius y cuyas edificaciones en ladrillo rojo tienden a ser exquisitas; ya que no atiende a ningún modelo arquitectónico en particular y aun así, estos generaban una vista impresionante. Lo mejor de todo en este sector era la Casa Roselius, que es un edificio de fachada renacentista que alberga un museo de arte entre sus paredes, pero si algo sobresalía indiscutiblemente era el Carrillón de Bremen, lugar donde Max y Rag escucharon fascinados por quince minutos el redoblar de las treinta campanas de porcelana de Missen, a su vez, apreciamos un panel giratorio situado en la fachada del edificio, que muestra diez tablones tallados en madera de los aventureros que cruzaron el Atlántico rumbo a América, un lugar que no podía faltar en la lista para visitar. —Jamás creí que esta ciudad tendría tanto por ofrecer —comenta Max fascinado mientras Rag y yo solo sonreíamos. —Me alegra que te guste, la verdad es que la ciudad no es para recorrerla con rapidez si tu intención es descubrir los secretos que resguarda, pero consideré buena idea que vieras la parte turística primero. —Todo ha sido impresionante, realmente no tengo palabras. —¿En serio? Me sorprende que te quedes sin palabras después de toda la cátedra que nos diste de arquitectura e historia por horas —todos reímos, él lo hace un poco avergonzado, pero no se desanima para nada. —Lo siento, a veces me dejo llevar. —No te disculpes, al menos no eres de los profesores aburridos e hiciste el tour muy interesante, incluso aprendí un poco más. Uno de los meseros nos trae el pedido con una ronda de cervezas y una picada que habíamos pedido para los tres, en efecto, la Ribera del río Weser era la mejor última parada que podíamos hacer en este lugar antes de ir al siguiente punto. De pronto escucho un sonido y giro mi cabeza escuchando otro igual, entonces encuentro a mi querida Kätzchen tomando algunas fotografías a lo que esbozo una sonrisa. —Por lo visto no has dejado el hábito. —Ya no es tan frecuente como antes, pero me gusta retomarlo de vez en cuando —responde levantando un hombro restándole importancia. —Es cierto... ahora que lo dices, en este viaje te he visto más activa con la cámara, incluso David aprendió a fotografiar contigo —comenta Max. —¿David? ¿Qué David? —El hijo de Rag y Alexandre. Comienzo a ahogarme con la cerveza y toso por la sorpresa al escuchar a Max diciendo eso tan tranquilamente, él se ve un poco preocupado por mi reacción y ella me observa esperando mi respuesta. —¿Estás bien? —¡Claro que no! —respondo a Max para luego dirigirme a ella —¿De cuándo acá te convertiste en madre y por qué no sabía nada? —Eso depende, si hablas del hijo de Alex; no soy legalmente la madre de David, al menos no todavía y si hablas de las hijas de Nicolay, lo soy desde el año pasado. —¿Y lo dices como si nada? —levanta su hombro nuevamente como si no fuera la gran cosa, pero sé que tiene que haber una larga historia detrás. —Será mejor que me expliques eso después porque no me dejarás con la duda… aunque… ¿Cómo haces para sobrellevar todo esto Max? Ella presta mayor atención a la reacción de él, por lo visto este tema no lo han tocado, pero él parece estar involucrado de alguna u otra forma pues no está sorprendido ni se le escucha incómodo ante la situación. —Es complejo, pero prefiero enfocarme en los pequeños en vez de concentrar mi atención en la guerra contra sus padres, además, de alguna u otra forma pude compartir tiempo con Alexandre y Nicolay, al comienzo fue un poco extraño todo, pero a medida que nos íbamos conociendo se fue desarrollando una amistad o al menos con Alex, con Nicolay no me atrevo a decir lo mismo, aunque tampoco nos llevamos mal. —Suerte por ti —murmuré amargamente. Sé que ella me alcanzó a escuchar, pero poco me importó. —¿Pasó algo con ellos? Es que no te ves muy cómodo con el asunto. —Algunas diferencias que siempre hemos tenido, pero no me prestes atención ­—di una fuerte palmada colocando mi mejor ánimo y sonrisa para recuperar el ambiente. —Bueno, no hagamos esperar este banquete, ve que todavía nos queda una parada más y no acepto un no por respuesta. Max Se me hizo un poco extraña la actitud de Ares ante lo comentado y entonces recordé que Alex una vez mencionó a unos amigos alemanes de Rag, no sé si Ares sea uno de ellos y dado el caso explicaría un poco la situación, pero de igual forma no quise preguntar más para no dañar el ambiente tan ameno que habíamos tenido desde ayer, quizás más tarde pueda hablar con él a solas. Una vez terminamos de comer y beber algunas rondas de cerveza, nos dirigimos a otro punto de la ciudad el cual se veía bastante desolado, llegamos a un edificio con el anochecer y caminamos un largo pasillo una vez ingresamos, no había puertas ni ventanas, pero al final de este había una bifurcación, entonces Ares toma por la derecha a lo que seguimos sus pasos. Me habría encantado saber a dónde íbamos, pero reconozco que valió la pena tanto misterio ya que llegamos a un salón con estilo de los años veinte, había música suave, varias personas en el lugar, estaba la barra y una tarima que albergaba un piano. Tomamos asiento y al poco tiempo trajeron algunas bebidas, las cuales supongo, él ya había solicitado previamente pues el camarero no preguntó nada. —Max, en este lugar verás otra cara de la ciudad, casi se puede decir que te transportará en el tiempo, así que disfruta del espectáculo. Se veía muy emocionado, lo que terminó por contagiarme, de pronto las luces se apagaron dejando únicamente las de la tarima encendidas y una mujer sale junto a una banda que se prepara rápidamente para tocar algunas canciones, fue cuando comprobé que las palabras de Ares eran ciertas, realmente todo te transportaba a otra época y de no ser por la vestimenta, diría que incluso estábamos en los años veinte. Así, disfrutamos de la velada en ese lugar entre varios artistas que nos deleitaron con todo tipo de canciones de época, desde las más suaves, románticas y rompecorazones, hasta las bailables que sacaron a más de una pareja a una pequeña pista que había en el salón, por supuesto, nosotros no nos hicimos esperar y bailamos varias rondas con Rag, a veces no sabía ni qué hacía, pero me encantaba aprender y dejarme llevar por y con ella. Después de una velada muy particular, regresamos a casa donde seguimos bebiendo un par de cervezas más, hasta que de un momento a otro las cosas se tornaron calientes entre los tres provocando un encuentro que sería también inolvidable. No sé si estaba entre sus planes, es fanática de los tríos o simplemente era una cuestión de la vida al encontrarnos a tantas personas de su pasado que terminaba metido en estos encuentros, pero sentía que en cada uno aprendía más de todos los involucrados a la vez que me enamoraba más de ella, quien nunca apartaba su vista de la mía ni me hacía olvidar cuánto me amaba.
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