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1269 Palabras
Me levanto y tomo la la blusa que traía puesta, me acomodo el cabello como puedo y en el proceso veo más y más cabellos blancos, ignoro eso y me dispongo a llamar al teléfono que se encuentra en la maleta. Debo recuperar mis cosas Marco el número y después del tercer tono recibo respuesta. —Abraham Miller a sus ordenes. Dudo en hablar por qué ni siquiera sé qué le voy a decir. —¿Hay alguien ahí? —Uh... Sí, lo siento, yo. Creo que tengo tu maleta. —¿Cree o está segura? —Estoy segura. —Bien, ¿dónde nos vemos? —Ah, bueno yo no sé, soy nueva en la ciudad. —¿Tienes una dirección? —Sí, el hotel vista del rio. —Esto debe ser una broma. —susurra. —No es broma, ¿por qué habría de serlo? —Por que estoy hospedado en ese hotel. —ríe como si fuera gracioso. —Ya veo. ¿Usted... Bueno tú, ¿tienes mi maleta? —Eso supongo. Amm, dejame ver. —hace una pausa—, ¿Dharani Vega? —Sí, esa soy yo. —Pues en ese caso sí, aquí la tengo. Dame tu número de habitación. Dudo por un momento en dárselo, pero recuerdo que debo leer ese maldito manual y se me pasa. —¿Dharani? —Ah si, lo siento. Doce diez. —Vale, ya la llevo, pero debes tener tú identificación a la mano. —Lo mismo digo. Cuelgo el teléfono y miro fijamente mi cabello en el espejo, debo hacer algo con el. Tal vez salga por un tinte o a que lo arregle alguien, no quiero seguir viéndome así. Salto espantada al escuchar golpes en la puerta, siento miedo al pensar que puede ser Daem pero recuerdo que ese hombre no sabe lo que es privacidad. Camino a la puerta y por la mirilla veo al mismo hombre que estaba justo a mi lado en el avión. Esto debe ser una broma, una muy mala. Golpea más fuerte y dice mi nombre, respiro tranquilizandome y abro la puerta, sus ojos me escanean y sonríe a medias. —¿Identificación? —pide de manera seria. Camino a la mesita junto a la cama y la tomo junto a la maleta, antes de entregársela le pido la suya y la analizo. Él, hace lo mismo con la mía y parece que se divierte. —¿Qué es tan gracioso? —Tu cabello, se ve mucho peor que en el avión. —Lo sé, aquí adentro hay espejos, ¿si sabías no? Él deja de reír y me entrega mi maleta. —Todo en orden, aquí tienes. Tomo mi maleta y a su vez le entrego la suya y su identificación. —Gracias. —se limita a decir mientras la toma y se da media vuelta. Estoy a punto de cerrar la puerta pero se detiene y regresa. —Puedo... Ya sabes, ¿hacer algo por ti? En realidad no necesito nada, pero no quiero sonar grosera, así que bromeó con mi pelo. —¿Conoces a alguien que pueda arreglar desastres monumentales con el cabello? —señalo mi nido y sonrío. —De hecho sí. Ven, te llevo. Niego con la cabeza. —Estaba bromeando. —Yo no, si quieres puedes relajarte y lo que sea que debes hacer y mañana podemos ir o algo, comer. ¿Te gusta comer no? Digo, eres humana y los humanos comemos y nos gusta la comida, ¿no? Asiento confundida y divertida. —Si, supongo que soy humana y me gusta comer. —¡Qué alivio! ¿Entonces, mañana 2:30? —Mañana dos treinta. —concedo. —Soy Abraham puntual y muy Miller. —dice de manera rápida extendiendo su mano. No puedo evitar reír con su nerviosismo. —Lo siento, no siempre sucede. —cierra los ojos y niega con la cabeza visiblemente apenado. —No te preocupes, Soy Dharani impuntual y muy Vega. Él ríe conmigo y se relaja un poco. —Procura ser puntual, Dharani. —No prometo nada. —Es por tu cabello salido del terror. —Haré una excepción. —señalo riendo. —Hasta mañana. —Hasta mañana. —me despido mientras pierdo de vista a ese hombre. No puedo evitar sonreír como tonta, luego recuerdo la maleta y mis pensamientos se esfuman. La llevo hasta la cama y la abro, reviso que todo este en orden y luego saco el manual. Lo hojeo en donde me quede y me paraliza leer un párrafo específico. Daem Las nuevas Raganas Phoenix deben tener cuidado con él, es una cazador astuto que tratara de persuadir a todas las jóvenes brujas a pasar del otro lado, o sea, convertirse Tenebris Pythonissam. Esta r**a de brujas oscuras se mantienen siempre bajo el mando de los Tenebris, un clan de brujos poderosos hambrientos de poder. Daem hará cualquier cosa con tal de obtener los nuevos poderes de las brujas principiantes. Tiene poderes inimaginables y puede ser realmente peligroso. Leo esas últimas líneas en voz alta. ¿Realmente es tan malo? De ser así él no me hubiese dejado viva aquella tarde… Bueno ese día. —Sé lo que estás pasando, bruja. —dice despreocupado desde la ventana y yo jadeo asustada. Me levanto con cautela de la cama y retrocedo. —¿Qué haces aquí? Él pone los ojos en blanco y exhala. —¿Qué no leíste todo? —cuestiona fastidiado. —No, tienes la mala costumbre de interrumpir. —Sé lo que estás pensando. —repite pero esta vez mirándome fijo a la cara—. Sé que piensas en lo que sucedió ese día, te cuestiona el por qué no te maté, en por qué hice lo que hice. Y si hubieses leído todo el manual como la bruja de tu madre te lo pidió, lo sabrías. —Contigo y tus visitas continuas no puedo ni pensar con claridad. No sé qué hacer y tú no me lo haces más fácil. Daem camina hasta mí con rapidez, tanta que apenas puedo darme cuenta. Me tiene acorralada, estoy asustada por que no lo vi venir. —Vámonos de aquí. —suelta de repente—, vámonos tú y yo ahora mismo y construyamos nuestro propio reino, nuestro clan. Se mi reina. Dhara, no… No sé cómo explicar esto, porque ni yo mismo lo entiendo, pero… —¿Me amas? —respondo en tono de burla. Daem cierra los ojos con fuerza y resopla con desesperación. —No Dharani, no te amo. Pero hay algo que cambió absolutamente todo. Tú me hiciste sentir algo más, hiciste que por un segundo yo no me sintiera como yo sino como alguien más, como mi yo de antes. Su voz es tan sincera y cálida que casi quiero caer en su juego, su mirada me atraviesa y me siento vulnerable ante ese par de ojos rubíes. Sin embargo he leído casi lo suficiente para saber que miente y que hará cualquier cosa con tal de que me vaya por el lado equivocado. Comienzo a reír como loca, incluso yo me sorprendo de lo desquiciada que suena mi risa, él me observa confundido. —¿Realmente crees que yo me voy a tragar tu cuento? ¡Quisiste matarme! —me separo de él y me pongo del otro extremo de la habitación—. ¿Y ahora vienes a decirme que te hice sentir algo y que quieres que sea tu reina? Suena a basura, incluso viniendo de ti. Daem me mira sorprendido, dolido, roto. No sabría como explicarlo, pero su reacción no fue la que yo esperaba. —¿Crees que esto que siento es… Basura? —Los cazadores y las brujas no tienen este tipo de sentimientos entre sí. Sabes que no estoy equivocada Daem, tú lo único que quieres es matarme, por que ese es tu misión. ¿No es así? —cuestiono aunque de sobra me sé la respuesta. —Sí, así es pero… —Nada. —lo interrumpo—, pero nada. No sabré mucho o nada del mundo de las brujas y cazadores, pero sé de corazones rotos y mentiras. Después de todo también eres un hombre, mintiendo para obtener beneficios sin importar que la estúpida que le cree toda su letanía salga herida. Ahora vete si no quieres que de nuevo intente matarte sin querer, por que realmente no quiero, yo no soy así. Daem da un par de pasos hacia mi y utilizo el único truco de bruja que me sé, formó una bola de fuego con mi mano y su mirada repara en ella al mismo tiempo que sus pies retroceden. —Te mataré algún día, bruja. —me guiña el ojo—. Y cuando lo haga, suplicaras para que nunca pare. Y como siempre desaparece.
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