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1611 Palabras
―Muy bien Dharani, relájate. Es solo una comida y ya, no es como si fuera una... ―¿Una cita romántica? ―me interrumpe Daem desde la ventana. Cabe mencionar que la habitación donde estoy tiene una excelente vista gracias al balcón que hay ahí, empiezo a creer que es el lugar favorito de Daem. Siempre está sentado al borde del barandal. ―Ya debería estar acostumbrada y no hacer esta pregunta con respuesta obvia pero, ¿qué haces aquí, otra vez? ―Pues, pasaba por aquí y antes de robar una manzana pensé que necesitarías ayuda para tu cita romántica. ―No es una cita romántica y no necesito tu ayuda. De hecho, no sé ni siquiera como podrías ayudarme tú. ―Quizás podría ayudarte a elegir el vestido con el que saldrás. ―¿Por qué usaría un vestido? ―Ese tonto quiere llevarte a un lugar muy formal. Aunque siendo honestos con ese cabello yo no te llevaba ni a la tienda. ―Pues yo no iría ni a la puerta de este hotel contigo. ¿Acaso los demonios cazadores no tienen espejo donde viven? Estás hecho un asco. Daem me da una sonrisita falsa y de un salto pone los pies en el suelo. Mi instinto se pone alerta automáticamente. ―¿Crees que los cazadores vestimos así siempre? ―Desde que te conozco no has cambiado de ropa. ―señalo con una sonrisa que me hace sentir poderosa. ―No que tú hayas visto. Sin embargo, no puedo decir lo mismo de ti. Siento que mi sonrisa se desvanece. ―¿De qué hablas? ―Qué a diferencia de ti, yo sí he visto cuantas veces cambias de ropa. Anoche te probaste por lo menos cuatro vestidos, horribles por cierto. ¿En qué década vives bruja? ―Mientes. ―digo y siento como tiembla mi voz por que tiene razón. ―¿Segura? Asiento desafiante. ―Recuerdo que era... Verde y dijiste algo como esto... "este ni siquiera es un color adecuado" y luego un blanco... "acaso voy a casarme" y luego el lila... Parezco algodón de azúcar... Ninguno se veía tan mal, pero tampoco eran los adecuados. ―¡Eres un idiota! ―Oh, ya empezamos con los cumplidos. Es un avance. Daem camina hasta mi y por raro que parezca ya no me pongo a la defensiva. Se para frente al espejo y me pide que me acerque, dudo por un momento pero insiste. ―Ven Dhara, por favor. No voy a lastimarte, no hoy. Camino hasta él y me para frente al espejo. ―¿Qué ves? Pongo los ojos en blanco por que sé que empezará la burla. ―¿Qué ves? ―cuestiona nuevamente. ―Una bruja desastrosa con un cabello horrendo y un demonio fastidioso cuál grano en el trasero. ―Sí, yo veo a la bruja desastrosa definitivamente. Intento dar un paso pero me toma del brazo. ―Espera, mira de nuevo. Iniciando desde mis pies, llamas azules ascienden por mi cuerpo diseñando el mejor vestido que haya visto en mi vida. De un profundo color tinto y encaje en el área del busto. Mis ojos miran el reflejo de ambos en el espejo, mi cabello es perfecto, peinado de manera elegante y llevo una ligera capa de maquillaje que hace que mis ojos resalten. ―Míranos Dharani, somos perfectos juntos. Miro embelesada mi reflejo, mejor dicho nuestro reflejo. Daem es guapo, muy guapo debo admitirlo. Tiene unas facciones extraordinarias, ojos preciosos y bueno, le he visto hasta lo que no debía. ―Dime algo, por favor. ―No sé que decirte, todo esto es tan...confuso. ―Ven conmigo, vámonos de aquí a donde nadie sepa de nosotros, de lo que somos. Quiero ser yo de nuevo y no solo Daem. De pronto todo cobra sentido. ―Así que es eso, ¿no? Tú lo que quieres es quedarte con mis poderes o no sé qué rayos, quieres que sea mala. Toda la magia en el espejo se desvanece y ahora volvemos a ser los mismos. ―Estoy harta, estoy cansada por que desde que mi madre murió no he podido asimilar todo este embrollo. ¿Sabes lo difícil que es para mi? ―Dhara yo... ―¡Callate! ―lo interrumpo―, especialmente tú no me lo has hecho fácil, Daem. Irrumpiste en mi casa, y lo has hecho desde ese día y estoy cansada. ¿Quieres matarme? ¡Hazlo ahora! Te prometo que no voy a poner resistencia, dejaré que lo hagas ya solo con la condición de que sea rápido. En este momento mis ojos están llenos de dolor y caen las lágrimas una tras otra. Daem solo me mira preocupado, tanto que hasta podría pensar que le duele verme así. Se acerca con paso lento hasta mi y yo solo cierro los ojos esperando mi fin. Allá voy contigo mamá, ya no puedo estar aquí sin ti. Una de sus manos se posa en mi nuca y me hace respingar pero no abro los ojos, siento su respiración cerca de mi mejilla y luego en mi oído. ―No voy a matarte, ni hoy ni mañana, por que de hacerlo mi vida se va contigo, bruja. Abro los ojos de pronto por semejante confesión y lo único que veo es el profundo color de sus ojos verdes. Su nariz está a nada de rozar la mía y sus labios dubitativos se abren y cierran como queriendo atrapar palabras a punto de salir. Siento la necesidad pero no sé de qué. ¿De apartarlo? ¿De besarlo? ¿De matarlo? O solo la simple necesidad de permanecer así, por lo que me queda de vida. Su otra mano viaja hasta mi mejilla y limpia una lagrima rebelde que se estancó ahí, se toma el tiempo de acariciar la piel de mi cara y luego su dedo baja hasta mi labio y lo delinea lentamente. Yo, idiotizada, cierro los ojos ante su tacto. De pronto él se tensa, abro los ojos y él mira por la ventana, sin decir palabra se esfuma dejándome en una posición tonta con miles de nubes en la cabeza. Tres golpes en la puerta me sobresaltan, trato de normalizar mi respiración cuando escucho la voz de Abraham Miller. ―Dharani, soy yo, Abraham Miller. Abro la puerta y su sonrisa me recibe. ―Hola, ¿qué hay? ―Amm, bueno, yo traje a alguien para que te ayude con tu cabello. ―¡Sorpresa! Aparece un joven alto, delgado y bien vestido, me besa ambas mejillas y pasa a la habitación. ―Es mi hermano Darius, crea confianza rápido. ―casi dice a modo de disculpa―. Él es un experto en el cabello, así que lo dejo para que te ayude. ―No era necesario, pero realmente te lo agradezco. ―Es lo menos que puedo hacer por ti después de babear en tu asiento en el avión y secuestrar tu maleta. ―sonríe de manera graciosa―. Por cierto, he cambiado el plan y decidí que sería bueno salir a cenar. ¿Te apetece? Y ahí está, justo lo que Daem dijo. ―¿Dharani? ―agita su mano frente a mis ojos. ―Lo siento, esta bien, suena genial. ―¿Paso por ti a las 8? ―No, espérame en el lobby. Abraham sonríe de lado y juega con sus dedos. ―Ay ya, dejen de hacerse el amor con los ojos. Es hora de arreglar ese nido de urraca que tienes en la cabeza cariño. ―me toma de la mano―. Y tú, ya vete que tienes muchas cosas que hacer. ―Recuerda que soy el mayor y debes respetarme. ―No necesitas decírmelo nene, tus arrugas te delatan. La cara de Abraham me provoca una sonrisa y su hermano le cierra la puerta de golpe. Hace un ademán con la mano y me pide que me siente en la cama. ―Bien cariño, déjalo en mis manos, haré magia con este desastre. Magia, que ironía. Yo también podría hacer magia con mi cabello, si supiera como hacerlo. Darius me pide que me siente en la silla y comienza con su labor, no sé si esto vaya a funcionar, no sé como es el ciclo de transformación y mi cabello, solo espero que aguante está noche. *** Después de algunas horas, por no decir prácticamente toda la tarde, Darius me mira como mamá orgullosa cuando por fin me terminó de arreglar. ―¡Por la madre de todo lo bonito! Te ves preciosa cariño. Yo solo puedo sonreír ampliamente por que realmente así me siento. Mi maquillaje es ligero pero enfatiza mis ojos, el cabello está perfectamente peinado y lo mejor es que el tinte ayudó bastante. ―Muchas gracias Darius, es perfecto. ―Haría cualquier cosa por ese cabezota. Nunca me había pedido algo así, y créeme que no me arrepiento. ―Los hermanos lo son todo. ―suelto de pronto pensando en los míos. ―Así es cariño. Bueno, bueno, nada de ponerse triste o tendré que volver a empezar. Te dejo para que te vistas. Besando ambas mejillas se despide de mi. Siento un vacío en el pecho, no entiendo por que. Últimamente no entiendo nada. Busco entre mi ropa algo digno de ponerme pero no funciona. Nadie me dijo que tendría una cena con un desconocido. Debo cancelar pero, Darius hizo todo esto y me daría una pena que haya sido en vano. Dos golpes en mi puerta me interrumpen, quizás sea Darius o Abraham. Camino hasta ella y la abro, no hay nadie y para mi sorpresa hay una caja elegante y preciosa de color n***o y un lazo plata. La levanto y cierro la puerta. Tomo la nota que viene con ella y cuando la leo mis ojos pican y mi cerebro se funde más de lo que ya estaba. "Nadie nunca podrá lucir este como tú, hoy es una gran noche, disfrútala" Abro la caja y sí, las lágrimas necias cayeron por fin. El vestido que Daem me hizo ver en el espejo está aquí, a juego con unas zapatillas y un collar hermoso y sencillo. Con una conveniente letra D de color dorado. Lo tomo entre mis manos y no puedo describir esa sensación, estoy feliz y confundida. Sin perder más tiempo me quito la bata y me pongo el vestido, me calzo las zapatillas y me abrocho el collar. Hasta yo muero de envidia por la mujer que se refleja en mi espejo. Sonrío realmente feliz por primera vez desde que mamá murió. Aleteos comienzan a llenar el silencio de mi habitación, ahí están, mariposas de nuevo pero esta vez el color es diferente, su color ahora es verde, verde como sus ojos. 
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