—Sea lo que sea Valentina para ti, ¿quién te dijo que la trataras de esa manera? —La voz de Victoria corta el aire como una espada—. ¿Cuándo se ha puesto grosera contigo? ¿Cuándo has visto a esa niña levantarle la mano a alguien más? Estamos hablando de la misma niña que a los diez años liberó una araña en el jardín porque no quería matarla.
Las palabras atraviesan a Alejandro como un latigazo. Siente que la sangre le hierve, pero al mismo tiempo que se hiela por dentro.
—Ella… ella siempre conspira contra Camila —balbucea, buscando el viejo refugio de sus excusas—. Yo… yo solo hacía justicia.
—¿Justicia? —Victoria arquea una ceja con un gesto de desdén gélido—. A ver, señor justiciero, ¿dónde están las pruebas?
Alejandro traga saliva, nervioso. El aire se vuelve pesado.
—¿Pruebas? —r
