Una mujer alta y esbelta, de porte elegante, está sentada en un sillón moderno de un lujoso departamento en una de las ciudades más importantes del mundo. La luz que entra por los ventanales resalta su piel tersa y el cabello oscuro que cae en ondas perfectas sobre sus hombros. Sus facciones son refinadas, de modelo internacional, y sus labios, carnosos y bien delineados, se tuercen con molestia mientras desliza el dedo por la pantalla de su tableta. Lee con atención los titulares más recientes sobre De La Vega Group, ahora mencionado en los principales periódicos financieros del mundo. Su expresión cambia: sus cejas se arquean, sus labios se aprietan con tensión y finalmente niega con la cabeza. No solo desaprueba lo que ve, sino lo que esos nombres evocan en su memoria. Alejandro. El