Alejandro lanza una exclamación ahogada, como si no pudiera creer lo que tiene frente a los ojos. Da unos pasos rápidos hacia la recién llegada, y ella abre los brazos de inmediato para recibirlo. Camila y Gabriel se quedan boquiabiertos, observando la escena sin comprender nada.
—¡Sabía que no te podías olvidar de mí! —exclama la mujer con una risa melodiosa, estrechándolo fuerte entre sus brazos.
—¡Paola! —dice Alejandro todavía incrédulo, apartándola solo un poco para mirarla de arriba abajo—. No… no lo puedo creer. ¿Después de tantos años? ¿Cómo estás? ¿Cuándo llegaste? No me avisaste para ir a buscarte al aeropuerto —reclama, con un ligero tono de reproche.
—Aquí estoy, tal como me ves. Quería darte una sorpresa, cariño —responde ella con una sonrisa amplia y segura—. Y mírate tú…
