Alicia está sentada en la recepción de administración de Callaghan Biotech, cruzando las piernas con elegancia y una expresión perfectamente calculada. El vestido rojo que lleva puesto se adhiere a su cuerpo con sutileza; no enseña demasiado, pero resalta cada una de sus curvas. Su perfume suave y floral llena el aire del lugar. No es casualidad: cada detalle ha sido planeado con precisión. Cuando Helena entra allí, Alicia se pone de pie enseguida. Sonríe con una dulzura tan estudiada que casi podría parecer genuina. —Dra. Helena, ¡qué sorpresa! —saluda con entusiasmo mientras se acerca. —Buenos días —responde Helena, cortés, pero con un dejo de cautela. Su rostro se mantiene sereno, aunque sus ojos delatan cierta incomodidad. No está segura de quién es la mujer, pero su cara le resulta

