El pasillo del centro comercial aún parece impregnado de la tensión con Camila, pero Emilio no suelta a Sofía hasta estar seguro de que ella está tranquila. La ve con el vestido manchado y el cabello salpicado, y su expresión se endurece. Sin decir nada, camina hasta una boutique cercana y, con rapidez, elige un vestido de su talla. Lo paga sin pensarlo y regresa hacia ella. —Toma, cámbiate —dice, mientras le extiende la bolsa con la prenda y la cubre con su saco para disimular las manchas. Sofía se queda callada, un poco sorprendida por el gesto. Sus ojos se suavizan por un instante, aunque el enojo aún hierve en su interior. Sofía tiene ropa que ya había comprado pero no quiere parecer grosera y acepta el regalo de Emilio. —Me siento pegajosa —se queja con un puchero. Emilio tiene g

