Alejandro, en un intento de enmendar el espectáculo bochornoso que Camila le había hecho pasar horas antes, se muestra caballeroso y galante al ofrecer a Paola una cena. La modelo acepta sin pensarlo demasiado, sabiendo que al día siguiente ambos serían la primera plana de todas las revistas y portales de farándula. «Camila de seguro arderá de furia. Esto realmente será divertido», piensa con satisfacción mientras se ajusta el vestido en el auto que los conduce al restaurante. El lugar elegido es uno de los más exclusivos de la ciudad, iluminado con lámparas de cristal que reflejan destellos dorados sobre las mesas. El ambiente es sereno, la música discreta, y las miradas de otros comensales se desvían inevitablemente hacia la famosa modelo y el influyente empresario. Durante la cena, l

