Valentina cruza el vestíbulo del hotel con pasos vacilantes. Sus manos sudan alrededor del celular. Inspira profundamente antes de caminar hacia el ascensor. El corazón le late con fuerza, como si presintiera que no debería ir allí, pero aun así presiona el botón. Las puertas se cierran frente a ella y el ascensor empieza a subir.
Muy cerca, en la salida de uno de los salones de reuniones, Declan se despide de un inversionista. Pero su mirada se distrae de repente. Ve a Valentina entrar al ascensor. Su asistente Wilson también la nota, curioso, y la sigue con los ojos.
—¿Señor Declan, pasa algo? ¿Quién es esa mujer? —pregunta, atento.
Declan no responde enseguida. Observa el tablero electrónico del ascensor y frunce el ceño cuando se detiene en el piso cinco. Según recuerda, la conferen
