Sofía ajusta el dobladillo de su vestido rojo antes de entrar al salón reservado del restaurante. La tela brillante resalta su porte firme, y aunque en teoría es solo una cena más para hacer contactos, sabe que la reunión es crucial. No porque Shane, su hermano, lo entienda. Él se negó a asistir con una excusa infantil, dejándole a ella la responsabilidad. Sofía respira hondo, recordándose que si quiere que los negocios de sus padres sigan en pie, alguien tiene que ser la adulta. En el interior, las luces cálidas y la música de piano crean un ambiente elegante. Varios hombres de traje conversan con copas en la mano. Sofía se acerca con seguridad, portafolio en un brazo y sonrisa profesional en los labios. Marcos, su pareja reciente, la había invitado al cine esa noche, pero ella tuvo

